El maravilloso Espíritu Santo | Estudios Biblicos |

Juan 14.16 Y yo rogare al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.

Servimos a un Dios trino: Padre, Hijo, y Espíritu Santo—un solo Dios, tres personas.

El Espíritu Santo es quien puede hacernos santos. El Padre planificó nuestra santidad, el Hijo la pagó, y el Espíritu Santo la realiza. Llegamos a ser santuarios de Dios por la presencia en nosotros de quien es Santo. El Espíritu Santo es el agente encargado en el proceso de la santificación, cumpliendo en nosotros lo que tiene que ser logrado.

Es vital que entendamos el ministerio del Espíritu Santo para apreciarlo y cooperar con Él.

Es el Espíritu Santo que no mueve a orar y nos enseña cómo hacerlo. Nos fortalece en el momento de necesidad. Solo Él puede ministrar a nuestro ser interior, donde necesitamos tantas veces ser consolados y refrescados, mientras vivimos aquí en la tierra.

Debemos permitir que el Espíritu Santo tome el control. Nosotros solos, no podemos cambiar las cosas en nuestra vida que tienen que ser cambiadas, pero el Espíritu Santo si puede hacerlo.

Confía en el Espíritu Santo. Comienza hoy a recibir el beneficio de su ministerio. Deja que te muestre nuevas soluciones a viejos problemas.

Has esta confesión de fe y deja que el Espíritu Santo haga su obra en ti:


“El Espíritu Santo vive en mí. ¡Es mi Consolador, Consejero, Ayuda, Intercesor, Abogado, Fuerza, y Compañero!”



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